Mi premio Liebster... mi tesssoroooo

Hoy no voy a hablar de dulces, ni de manualidades... hoy voy a enseñaros el premio Liebster con el que me ha premiado el blog de los Pinceles de Miju. La verdad es que en una semana que estaba resultando bastante gris, fue el toque de color perfecto ¡Gracias bombón!
Para quienes no lo conozcan, es un premio que se otorga por otros bloggers a blogs con menos de 200 seguidores. Consiste en agradecer al blog que te ha premiado, responder unas preguntas (concretamente 11) y nombrar otros 11 blogs que cumplan los requisitos. 


Si no conocéis Los pinceles de Miju, tenéis que pasar por su web, tiene unas láminas totalmente artesanales para niños que son de dulce. Y en este mundo donde la tecnología nos tiene atrapados desde que nos despertamos, es de agradecer el amor y el detalle a los trabajos hechos a mano de principio a fin como los suyos.

Ahora llega el turno de las preguntas:

1.- ¿Cómo elegiste el nombre de tu blog? pensando en el rinconcito de la casa donde tengo todos mis trastos y materiales, conjugado con el nombre cariñoso con que me llamaban algunas de mis amigas en la Universidad.

2.- ¿Qué otro hobbies tienes? me encanta leer, escribir, ir al cine, jugar con mis peques, nadar...

3.- ¿Una bebida? un zumo natural fresquito, mmmm.

4.- ¿El proyecto del que estás más orgullosa? para una madre es fácil de responder, mis dos niños, que son un tesoro.

5.- Si pudieras ser un animal... sería un delfín.

6.- ¿Qué blog crees que no deberíamos dejar de visitar? todos los que nos lanzamos a la aventura de un blog lo hacemos con mucho cariño y para compartir las cosas que nos apasionan, así que cualquier blog tiene algo interesante que enseñar. Si te apetece, echa un ojo a los que sigo.

7.- ¿Qué piensan los demás que es lo mejor de tí? Eso habría que preguntárselo a los demás... pero lo que seguro que os pueden decir es que soy leal a mis amigos y estoy con ellos a las duras y a las maduras, como suele decirse.

8.- ¿Tu mejor recuerdo? la primera vez que tuve entre mis brazos a mis bebés, el día de mi boda...

9.- ¿Un aroma de tu niñez? el de las aulas del colegio, cada vez que entro en una clase de infantil o primaria, me vienen a la cabeza infinidad de recuerdos.

10.- ¿Qué cambiarías si pudieses? quizás pequeños detalles, pero no demasiados.

11.- ¿Eres feliz? Uy, que pregunta más filosófica... por mi carácter soy una persona bastante positiva, así que es difícil que me suma en la infelicidad, pero como todos, tengo mis más y mis menos.

Una vez terminado el tercer grado (es broma ;P) os diré los blogs a los que entrego el premio. Ya sabéis los pasos a seguir:

- Agradecer el premio a quien te lo ha dado, que como dice el dicho, es de bien nacido el ser agradecido.
- Contestar las 11 preguntas.
- Nombrar 11 blogs, que tengan menos de 200 seguidores.
- Avisarles en su última entrada del premio que han ganado.

And the winners are... :

azucarycanelamolida.blogspot.com (un imprescindible, el blog de mi sister del alma)

apanadas.blogspot.com

canelayfresa.blogspot.com

carriscupcakes.blogspot.com

cintastijerasyazucar.blogspot.com






El rincón de Meriyou

De piratas y lobos...

¿Sabéis ese momento de la vida en que tus hijos empiezan a elegir el tema de su cumpleaños? pues creo que a mí me ha llegado demasiado pronto... Mis dos peques cumplen años en febrero y marzo, así que entre la resaca de las Navidades y los Reyes Magos y a continuación los cumpleaños, es una época en la que estoy demasiado bastante entretenida. Rodrigo, a punto de cumplir 5 añitos, me dijo que quería una tarta de Rayo Mcqueen (otra vez, uuuuf), pero de una manera ladina y astuta conseguimos que cambiase a una tarta pirata (aquí habría que meter una risa malvada en estéreo MUUUAAAHAHAHAHA). Flavia con 2 añitos ya tiene un cuento favorito, Caperucita Roja, imaginad la temática... Así que nos pusimos a la tarea, pensando en cosillas que pudiéramos hacer de forma económica y entretenidas para los niños. 

Había que tener en cuenta el espacio disponible para adultos y niños, porque meter en casa a todos los que somos y encima a los terremotos que tengo por sobrinos, no es tarea fácil. No somos de invitar a la clase completa e ir a un sitio de bolas o similar, de momento los celebramos en familia, así que hay que buscar la forma de tenerlos entretenidos, metidos en una casa en un febrero o un marzo frío de narices.

Para el cumple de Rodrigo, hicimos enrolarse a la tripulación pirata nada más llegar, para que luego pudiesen participar en la búsqueda del tesoro y en el reparto del botín. Mi hermana me echó una mano con las galletas, mi marido con la decoración y el juego pirata y yo me dediqué a fondo a la tarta. 

Un tesoro de galletas y monedas de chocolate espera a los piratas

En el baúl esperaba el botín listo para ser repartido: cookies con chips de chocolate caseras, monedas de chocolate y enredos y actividades piratas que encontré en una tienda Party. Tenía claro que nada de piñata, porque veía a mi chiquinina zarandeada por la turba pirata en pos del botín... Cada uno se llevó una bolsita de papel kraft decorada con el sello pirata de las invitaciones que podéis ver en la foto final del post anterior.   También los compañeros de clase y los de karate tuvieron botín pirata, creo que horneé unas 200 cookies caseras en los días previos al cumpleaños y no he contado cuántas veces estampé el sello de la calavera pirata. No quiero pensar cuántas hornearé para cuando Flavia vaya al cole y sean dos los cumples a preparar para la multitud.

La decoración de la mesa fue sencilla, porque lo que realmente la adornaba eran las preciosas galletas de mi hermana y la tarta de dos pisos... No podía faltar el toque de washi en los botes de cristal para las cucharas y las pajitas, con una etiqueta sencilla anudada con un poco de cordón de empaquetar. La tarta era una Red Velvet (la receta en el post anterior también). Al ser de dos pisos, para que no se os hunda por el peso, os recomiendo que coloquéis unas cañitas a modo de pilares por dentro. Yo no lo hice, confiando en la suerte, y no hubo que lamentar pérdidas, pero si vuestra tarta va a tener varios pisos es bastante recomendable que lo hagáis.


Los regalos fueron acordes a la temática, en un lugar privilegiado del salón tenemos barcos piratas, barcos fantasmas, botes... sólo falta la isla del tesoro, aunque la del tortuguero creo que puede valer.

Para Flavia la temática fue Caperucita Roja y se me ocurrió pedirle a mi madre un disfraz para que Flavia lo llevara ese día... error, mi pobre madre al final hizo ¡tres disfraces! a cada cual más bonito para mis sobrinas.

Esta es mi princesita, esperando al lobo, por lo seria que está, jijiji
Preparé cestas para las caperucitas y talegas para los cazadores, llenas de chuches ricas y de regalitos que hacían ruido y que manchaban mucho (gran idea, Meriyou) e hicieron un picnic en el suelo del salón, porque el tiempo no acompañaba para hacerlo al aire libre.


Para adornar un poco hice unas guirnaldas con blondas de pastelería, unas flores de madera y mi sello de Caperucita. A este sello le tengo un cariño especial, si alguna conoce a María Calcetines le sonará. Es una artistaza y un encanto y tuvo la amabilidad de darme su permiso para inspirarme en uno de sus dibujos. Ella siempre dice que no carva sellos, que sólo los diseña...¿"sólo"? Si os pasáis por su perfil os encantará, diseños dulces y con mucho cariño, ya veréis.


La tarta de Caperucita no podía ser otra cosa que una Red Velvet... ¡otra vez!, prometo que la siguiente será distinta, pero ha tenido mucho éxito y me la reclamaban ¿cómo iba a defraudar a los comensales? Las galletas eran de vainilla, requetebuenas y ya os digo que no quedó apenas nada...


Para la decoración de la tarta y las galletas recurrí a la red y me encontré estas monadas en Tartas y Nubes de Azúcar. Toda la decoración es de fondant, excepto las que me hizo mi hermana, que estaban basadas en el dibujo del sello de Caperucita y las hizo con glasa.

Os dejo por hoy con mis preciosas caperucitas y mis guapos cazadores, que hicieron que ese día fuese realmente de cuento para todos. ¡Os quiero mis niños!






El rincón de Meriyou

Sellos carvados a mano (II)

¡Ya estoy de vuelta con la segunda parte del post! Para aquellos a los que haya mordisqueado el gusanillo del carvado de sellos, un aviso: es altamente adictivo... Mirando de nuevo los primeros sellos que hice, me doy cuenta de la evolución y me encanta ver que he crecido un poco en este tiempo.

Os voy a enseñar una pequeña muestra de mis sellos e ideas para hacer con ellos. Las primeras de la lista son las kokeshis, con ese aire kawaii que tanto me gusta, ¿no son una monada?







Con un sello, un poco de washi tape y una troqueladora podemos personalizar una libreta aburrida de una forma sencilla y solucionarnos un regalo rápido en caso de despiste, por ejemplo.


Más sellos, esta vez inspirados en uno de mis libros de cabecera, "El Principito". Una lectura que recomiendo para niños y no tan niños...



Si nos sentimos imbuidos por el ambiente primaveral, podemos estampar por todas partes mariposas, aunque en algunos sitios parece que hemos vuelto a la edad del hielo, ¡qué invierno más largo!




Hace poco una buena amiga, Lara, de Bartolita, me pidió la imagen para sus etiquetas y este fue el resultado, listo para entregar en un saquito ecológico de algodón 100%, con la tinta de su color preferido. Si son sellos para mucho uso es preferible montarlos en algún soporte. A mí me gustan los materiales naturales, así que suelo montarlos en madera, pero también se pueden montar en bloques acrílicos, en cartón, etc.


Y aquí os dejo algunos usos para los sellos, pero hay muuuuchos más... mi hijo ayer me pidió que hiciéramos un cuadro de líneas geométricas de colores con un sello, si es queeee, mi niño apunta maneras con 5 añitos. Cuando lo terminemos, os lo enseño, palabra. Yo únicamente haré el sello, él va a hacer la estampación a su gusto.

Para etiquetas de regalo, notas del cole o para poner donde queramos...

Si os ha gustado y estáis interesados en tener vuestro propio sello, no tenéis más que poneros en contacto conmigo por email y os doy detalles y presupuesto.

¡Feliz semana!

El rincón de Meriyou

Sellos carvados a mano (I)

De un tiempo a esta parte hay algunos "vicios" que me tienen ocupado el pensamiento y las manos... ¡Aaaah, pecadoraaa! noooo, no seáis malpensados, que son todos de lo más sano. En este post os voy a hablar de uno de ellos, el carvado de sellos. 
Todo empezó casi por casualidad, al descubrir un blog lleno de inspiración, el blog de Ishtar Olivera... uno de mis sueños recurrentes de los últimos meses es asistir a un taller de carvado con ella, pero me temo que de momento se queda en eso, en sueño. Os recomiendo que visitéis su blog, tiene unos tutoriales estupendos.

Fuente: Blog de Ishtar Olivera

Además, a través de Ishtar, conocí el blog de Geninne e investigando un poco, el de mi tocaya Mª José de Siete Pinceles. Mª José hace un taller online, así como Eva de El Curso Rosa, así que si os interesa el tema podéis empezar como autodidactas (así empecé yo) y después hacer algún curso, que siempre os darán ideas nuevas o técnicas diferentes.

Fuente: Blog de Geninne

El carvado a mano es una técnica absorbente, apasionante y con muchas posibilidades de aplicación de los sellos. Además relaja un montón, siempre que no tengas unas manitas de hada cerca de las gubias intentando usarlas en un momento de despiste.
Mis primeros sellos los carvé en gomas de borrar de la marca Staedler, así que por el tamaño no pude hacer demasiadas cosas. A mis peques les encantaron y yo tuve que esconder las tintas para evitar una redecoración de las paredes del salón ;P











Las gubias me las dio mi padre, sacadas sin estrenar de su taller-estudio-sala-de-los-tesoros... yo no pregunté, ¡es mejor no hacerlo para no romper la magia! Había mirado por internet las gubias de la marca Speedball, pero se me salían de presupuesto, así que encantada de la vida, acepté gustosa el regalo.




Lo mío con las gubias fue amor a primera vista y empecé a investigar materiales para carvar, porque, queridos míos, las planchas de linóleo son duras de narices. También de Speedball, mi hermano me trajo de Londres en una escapada un par de planchas de goma. Visto el ritmo al que acabo con ellas no es una buena opción por su precio... La planchas de Milán blancas son perfectas para empezar, pero a mí no me gustan porque me resultan demasiado blandas. Es una opción económica y siempre tengo alguna para que mi peque de 5 años haga sus pinitos en el carvado.


¡Primer sello de Rodrigo!

Para mí, la mejor relación calidad/precio la tienen las planchas de Factis, muy similares a las de Speedball, pero más económicas y ¡made in Spain! Aunque he de confesar que llegué a pedir a EE.UU. unas planchas que resultaron muy duras (más complicadas para trabajar), pero perfectas para sellos en los que se quieran hacer detalles o letras y de mucho uso. Aún me queda un par de ellas.




Una vez tenemos nuestro sello carvado, necesitamos tinta para estamparlo... dependiendo del material sobre el que queramos estampar y del efecto que queramos conseguir, usaremos unas u otras. ¡El límite lo ponemos nosotros! Hay tintas para superficies porosas y no porosas, tintas con brillo, tintas de efecto tiza, tintas para la técnica del relieve o embossing (que ya os contaré en el siguiente post)...




En posts sucesivos os iré comentando mis impresiones sobre los materiales, las herramientas y las posibles aplicaciones de los sellos. Esto sólo era para poneros los dientes largos. ¡Os espero el domingo con la segunda parte!

El rincón de Meriyou

Dulces y papel de azúcar

Como se dice, lo prometido es deuda, así que hoy traigo una entrada dulce recién salida del horno. Hace unos días fue mi cumpleaños, pero hasta ayer no tuve ocasión de celebrarlo con los amigos. Gracias a la hospitalidad de mis papis y su jardín maravilloso, hicimos una barbacoa con un tiempo estupendo. Todos disfrutamos del sol, del buen comer y de la buena compañía.
Estuve dando vueltas a la tarta, porque no ando demasiado bien de tiempo últimamente. Terminé hablando con mi amiga Diana, la mitad de Canela y Fresa, para que me preparase un diseño en papel de azúcar para decorar la tarta. Nunca había utilizado el papel de azúcar y la experiencia me ha encantado, seguro que repetiré. Os recomiendo el blog de Diana e Isa, además de recetas para todos los gustos, podéis encargar el diseño que queráis para vuestros dulces y ellas, que son majas a más no poder, os orientarán lo mejor posible.
Opté por una de mis tartas favoritas últimamente, una "red velvet". Es muy popular en Estados Unidos y Canadá. Hasta que no la pruebas no te haces idea de lo riquísima que está, y el sabor es difícil de describir, así que ni lo voy a intentar. He seguido la receta adaptada por Azúcar y Canela (es decir, por mi sister del alma) y aunque esté mal que yo lo diga, me quedó de rechupete.

Ingredientes secos del bizcocho:
300 g de harina de repostería
250 g de azúcar
1 cucharadita de cacao en polvo
1/2 cucharadita de sal
1 cucharadita de bicarbonato
1 cucharadita de levadura en polvo (opcional)

Ingredientes húmedos del bizcocho:
2 huevos grandes
1 cucharadita de extracto de vainilla (a mí me encanta la vainilla en pasta de Nielsen-Massey)
115 g de mantequilla sin sal
240 ml de buttermilk (la compro en Aldi en botes de 448 ml)
1/2 cucharadita de colorante alimentario en gel Rojo (Wilton, Americolor...)
1 cucharada de vinagre blanco (sí, no me he equivocado, vinagre blanco)

Elaboración:
Precalentar el horno a 180º C. La preparación de la masa es sencilla, se ponen en un bol los ingredientes secos y se tamizan, en otro bol los ingredientes húmedos y se mezclan. No os asustéis si el aspecto de los ingredientes húmedos mezclados es el de una masa cortada tal que así:


¡Ese es el aspecto que debe tener! A continuación se incorpora 1/3 de los ingredientes secos sobre los húmedos y se añade el resto poco a poco con movimientos envolventes. Yo utilizo la lengua pastelera, no la batidora, así que no penséis que se necesita una KA para que salga la tarta.

La mezcla se echa en un molde engrasado y se hornea. No sé si será mi horno, pero en 25 min no está hecha, así que suelo estar atenta y compruebo de cuando en cuando con una aguja (tiene que salir limpia) que está hecha. Esta vez, como la he hecho en un pedazo de molde cuadrado de 254x254 mm y he doblado las cantidades, estuvo en el horno casi una hora. Alguno dirá: "prometió fotos del paso a paso"... sí, mea culpa, pero hacer una tarta y galletas al mismo tiempo que tienes pululando una hadita de dos años queriendo meter los dedos en todo, lo hace complicado. Para cuando acabé además eran las mil y no había buena luz...

Dejar enfriar, desmoldar y a por el relleno y la decoración. Haciendo uso de la sabiduría reposteril de mi hermana, la he rellenado con una mezcla a partes iguales de queso tipo Philadelphia y nata azucarada. Concretamente, una tarrina de 300 g de queso y 300 ml de nata con azúcar al gusto (mejor azúcar glass, queda más fina). Como hice un monstruo de tarta, la corté con un lira en tres capas y emborraché de leche con un poco de extracto de vainilla cada capa antes de poner el relleno.

Para decorarla con la buttercream de queso, primero le hice una capa lisa, para aplicar la decoración a continuación (gracias de nuevo sister) con una boquilla de estrella. ¡Atenta Nieves, que la receta va por tí!

Buttercream de queso:
300 g de queso de untar a temperatura ambiente
200 g de mantequilla sin sal a temperatura ambiente
extracto de vainilla
400 g de azúcar glass

Hay que batir el queso, la mantequilla y la vainilla hasta que esté bien incorporado todo e ir añadiendo el azúcar poco a poco. Tengo que confesar que no llegué a echar los 400 g de la receta, eché bastante menos, pero es cuestión de gustos. Al añadirlo poco a poco, podemos ir probando hasta que alcance el sabor que nos convenza.

Al tener una lámina de papel de azúcar, lo primero que hice fue centrarla en la tarta y después, con una manga pastelera y una boquilla ancha, sea lisa o estrellada (usé la nº 32 de Wilton), decorarla al gusto. Hice una decoración sencilla, con ayuda de una cucharilla, que había visto en Pinterest y que me recordó mi hermana (estaba realmente espesa esta semana). 

Como además, mi amiga Diana, que es muy "apañá", había aprovechado la hoja de papel de azúcar con el mismo motivo de la tarta pero en pequeño, y tenía también algunos dibujos infantiles para los peques, hice galletas de vainilla y les pegué los motivos con un poco de mantequilla. 


Pasé un día genial en muy buena compañía... ¡Gracias chicos! Espero no haber aburrido a nadie con un mega post, pero tenía que hacer juego con la mega tarta ;P.

El rincón de Meriyou

Washi tape... ¿adicción o pasión?

Si me pongo a analizarlo, ¿es adicción o pasión lo que siento por los washi tape? No sabría decirlo, quizás tras leer esta entrada puedas ayudarme a decidir... 
Para los que no hayan oído hablar de ellos, los washi tape son unas cintas de enmascarar (como la cinta marrón que usan los pintores para tapar interruptores y marcos de puertas) decoradas. En origen, era cinta hecha de papel de arroz y producida en Japón. De hecho, MT sigue siendo la marca con más modelos, variedad y calidad. Si estáis interesados en profundizar en su historia, sólo tenéis que entrar en su web y trastear un poco, está en japonés y en inglés, pero como sé que habláis de forma fluida el japonés, no hay problema. 



En Pinterest tengo un tablero dedicado en exclusiva a los washi tapes y podéis encontrar cientos de ideas para usarlos, pero como se suele decir, el cielo es el límite. Yo he "washitapeado" (verbo inventado, patadón al castellano, pero me gusta) mi portátil, porta lápices, libretas, regalos, toppers para sándwiches  tartas, las notas del cole de mi hijo, sus meriendas y la botella de agua... de hecho, mis alumnos no creo que se asombren si me ven llegar con prácticamente cualquier cosa washitapeada. Es cuestión de paciencia e imaginación y un buen cutter. Lo bueno además es que podéis cambiar el aspecto del objeto decorado siempre que queráis, sin dejar trazas de pegamento ni estropear la superficie.

Os dejo algunos ejemplos, por si os sirven de inspiración:

Así el portátil no es tan soso...

Esto era para el cole de Rodrigo, un frasco para hacer crecer judías y una nota con dinero para una excursión.

Y unas banderitas para los sándwiches del cumple de mi sobrina, guirnaldas para tartas, etiquetas para botellas de limonada, regalos...

Esta es mi primera libreta, elaborada enterita por mí (aplausos) y por supuesto ¡washitapeada!


Y aquí os dejo la prueba A del caso "washi-adicción", mi pequeña colección.



Entonces, ¿qué me decís? ¿pasión o adicción?



El rincón de Meriyou

Japanese Cheesecake

¿Os habéis fijado que en las pelis americanas suele haber unas tartas de queso espectaculares? Pensando en la odiosa operación bikini que nos invade en el momento en que el sol aprieta, y que saca a la luz lo peor de nosotros, escondido durante el laaargo invierno, he buscado un sustituto más ligero y saludable.

Buceando por la red, he encontrado la receta perfecta (al menos para mi gusto), una mezcla entre la típica cheesecake neoyorkina y un sponge cake... el resultado es una tarta de queso ligera y deliciosa, tanto, que si la empiezas tienes que hacer un acto de voluntad para no agarrarte a la fuente en plan Gollum siseando "mi tesssoro" y dejando al resto de comensales con las ganas. Es la Japanese Cheesecake, o en cristiano, la tarta de queso japonesa. No me preguntéis de dónde viene lo de japonesa porque no lo he encontrado, quizás alguna repostera experta pueda decírmelo. En la boca es cremosa y suave como una mousse, con ese toque de las tartas de queso, pero mucho más ligera. Sí, la palabra clave es ligera...

Ahí va la receta adaptada sin ingredientes americanos impronunciables o difíciles de encontrar:

  • 300 g de crema de queso tipo Philadelphia
  • 3 huevos
  • 75 g de azúcar
  • 45 g de mantequilla sin sal
  • 11 g de Maizena o similar
  • 150 g de leche

Además la receta es apta para celíacos e incluso se puede comer como pequeño extra si estás a dieta, ¡muy completita, oiga! Vamos con la elaboración... es tan sencillo que no hice fotos de los pasos intermedios, sólo del resultado (error de novata, para que voy a mentir jiji):

  1. Lo primero es preparar el molde. Concretamente yo he utilizado uno cuadrado de 18 cm. Hay que forrarlo con papel vegetal (de hornear, no de scrap ;P) y dejarlo un par de dedos por encima del borde, para doblarlo hacia fuera y después de hornear poder desmoldar fácilmente.
  2. Precalentar el horno a 180ºC y meter las claras de huevo en el congelador hasta que empiecen a escarchar ligeramente por los bordes (luego se montan mejor). La crema de queso debe estar a temperatura ambiente, si no, un toquecito en el microondas nos puede ayudar, pero sin calentarlo, sólo para ablandarlo.
  3. Fundir la mantequilla al baño maría, añadir el queso y batir bien la mezcla. 
  4. Batir las yemas y 20 g de azúcar en un bol. Añadir la Maizena.
  5. Calentar la leche hasta que rompa a hervir. Poner al baño maría y añadir las yemas con el azúcar y la Maizena hasta que espese. En ese momento se añade la mezcla de queso y se bate bien. Apartar y dejar enfriar.
  6. Montar las claras a punto de nieve e incorporar poco a poco, sin dejar de batir, el resto del azúcar hasta formar un merengue.
  7. Añadir una cuarta parte del merengue a la mezcla que está enfriando, y el resto a continuación, con ayuda de una lengua pastelera o una cuchara de madera. Es recomendable mezclar suavemente, desde abajo hacia afuera, para añadir aire a la mezcla y que no baje mucho el merengue.
  8. Rellenar el molde con la mezcla y alisar la parte superior sin caer en la tentación de comerla directamente a lametones.
  9. Poner el molde en una bandeja de horno profunda y añadir agua hirviendo hasta cubrir un centímetro y medio del molde. Hornear a 180ºC durante 15 minutos, bajar la temperatura a 160ºC y continuar otros 25 minutos hasta que la parte superior se dore ligeramente. Apagar el horno y dejar dentro la tarta otros 40 minutos o una hora. Es importante que no nos pasemos en la cocción, así que dependiendo del horno, ajustaremos los tiempos.
  10. Transcurrido el tiempo indicado, sacar a una rejilla hasta que se enfríe completamente. Refrigerar y esperar a que esté frío para desmoldarlo. 
Si tenéis suficiente fuerza de voluntad, esperad al día siguiente para comerlo, está buenísimo frío y reposada la masa. Tengo que admitir que la primera vez que lo hice no esperé...vaaale, no esperé siquiera a que terminara de enfriarse ;P Pero en mi descargo... ¡mirad qué pinta! ¿cómo iba a resistirme?


¡Mirad qué esponjoso! ¡¡Os aseguro que en casa voló!!


Uuuuuf, viendo la hora... ¡ya es mi cumple! ¡39 castañas! Besucos a todos

El rincón de Meriyou